“He cuidado a algunas de las estrellas más salvajes de Hollywood, pero ninguna tan fuera de control como Lindsay“, dice Lee Weaver de 48 años.
“Tiene un deseo de morir y consumía más drogas y bebía más que cualquier persona que haya conocido”.
“Perdí la cuenta de las veces que pensé que estaba en una sobredosis y tenía que sacarla en brazos de las fiestas. Cada mañana, respiraba aliviado de que seguía viva”.
Lee habla en público, tras ver las fotos de una Lindsay borracha, fingiendo cortar la garganta de una amiga con un cuchillo de cocina.
Pero ningún arma, ni siquiera una pistola, la atemoriza cuando está buscando cocaína. “En abril, me pidió que la llevara a su vendedor de drogas en Beverly Hills. Yo sabía que si le decía que no, se iba a ir por su cuenta, así que la llevé”.
“El estaba esperándola en unos arbustos, y de repente ella comenzó a gritar y a pegarle por venderle poco”.
“El sacó una pistola. Salí del auto y amenazó con disparar si no la retenía, pero Lindsay siguió pegándole. Afortunadamente, se distrajo y lo pude derribar”.
“Arrastré a Lindsay hasta el auto y nos fuimos, pero ell seguía gritándome para que regresara. Era como Pulp Fiction. Supe entonces que ella era demasiado peligrosa para tenerla cerca“.
Lee revela que a menudo, llevó a Lindsay a reunirse con Nicole Richie para hartarse de cocaína. “Nadie era tan salvaje como Lindsay”, dice. “Pero Nicole se le acercaba. A veces, Paris Hilton estaba allí pero lo más que la vi hacer era beber y desnudarse”.
“Una noche, Lindsay y Nicole iban constantemente al baño, ella no aspiraba frente a mí porque sabía que me enfurecía. Pero mientras más drogada estaba, menos le importaba. Al final, trajeron un espejo de la habitación, lo pusieron sobre la mesa de centro y vaciaron una montaña de coca encima. La aspiraban con pajillas, se lo acababan y volvían a servir”.
“Traté de decirle que parara, pero me dijo que estaba “bien”. Tras diez horas, tuve suficiente y amenacé con lanzar el espejo por la ventana. Tuve que cargarla hasta el auto”.
Pero eso no fue sorpresivo: Lee había estado cargándola hasta su casa desde la primera noche que comenzó a trabajar para ella.
Su primer trabajo fue llevarla a una fiesta en Beverly Hills. “Estuvo esnifando toda la noche, y apenas llegó a la fiesta empezó a esnifar otra vez. Se subió a la mesa de centro y bailaba subiéndose el vestido, con los ojos en blanco”.
“Le pedí al tipo que les daba drogas que no le diera más y sólo me dijo: ‘De ninguna manera, Lindsay se vuelve violenta‘. Entonces, comenzó a gritarle a la gente y dar puñetazos a quien se acercara”.
“Al principio me parecía una chica divertida y angelical, pero bajo la influencia de las drogas se pone psicótica. Eran las 10:30 am del día siguiente cuando la metí en su cama”.
Cuando no estaba usando cocaína, estaba durmiendo con chicas.
“Usaba a los chicos para las drogas y las chicas para divertirse”, dice Lee. “Perdí la cuenta de las mujeres que sacaba de los clubes para llevarlas a su hotel”. “Una vez la vi tratando de agarrarle el trasero y los senos a Mariah Carey, mientras bailaban. Una vez que fui a buscarla en el baño de un club, y la encontré en una esquina besándose con una chica”. Cuando no estaba seduciendo chicas, era probable que las atacara. Una noche, Lindsay agredió a Jessica Simpson en un nightclub. “Jessica estaba sentada con sus amigos y Lindsay creyó que ella la estaba mirando mal. Saltó sobre la mesa y se abalanzó sobre Jessica halándole el cabello. Tuve que sacársela de encima”.
Así lo hacen también fotos de la actriz semidesnuda, en una habitación hecha un desastre, luciendo flaquísima y fuera de sí. Estas fotos aparecen apenas semanas después de que Lindsay fue a rehabilitación por segunda vez en seis meses, después de chocar su Mercedes contra un árbol.
Lee, que ganaba unos $2000 a la semana como guardaespaldas, escribe ahora sus memorias de los años que pasó vigilando estrellas, incluyendo Kim Basinger, Brad Pitt, Eddie Murphy, Pamela Anderson, Jamie Foxx y el más infame drogadicto de Hollywood, Robert Downey Jr.
Pero el escolta, que cuenta sus aventuras en su página web leetweaver.com, dice que Lindsay era la más problemática de todas.
“No había escuchado de ella cuando me contrataron. Tenía apenas 18 pero escoltarla era una pesadilla, y el estrés que me producía era insoportable. Rezaba todas las noches para que no se matara.”
“Espero sinceramente que deje de consumir drogas, pero temo que eso sólo ocurrirá cuando o mate a alguien más por sus conductas irresponsables, o se mate ella misma”.
A medida que Lindsay se salía de control, comenzó a automutilarse cortándose las muñecas con un cuchillo.
“Una noche le vi las manos, y noté que tenía heridas brillantes y rojas en las muñecas”, dice Lee.
“Me dijo que se había caído, pero la miré a los ojos exigiendo que dijera la verdad y se derrumbó. Me dijo ‘Ya no pertenezco a este planeta’ y que se cortaba porque no creía que valiera la pena vivir. Las fotos en este periódico, de Lindsay jugando con cuchillos, muestran lo preocupante de su conducta”.
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